No,
No han muerto ni las parábolas ni la rima,
no han desaparecido los absurdos
en medio de la nocturnidad
ni han labrado mis manos
la tierra que rebosa palabra.
Tan solo he humedecido los labios
en silencio
para saborear la complejidad del verso omitido
callaron los metafóricos axiomas del poeta
entre besos narrativos,
y arropé la desnudez de la corrosiva inherencia
que lo envuelve todo.
Reservé cuerpo y forma
para no caer en mi propia contradicción,
caminé entre imágenes lascivias,
autorretratos estridentistas
de amantes de barro
para vestir a mansalva
la plenitud del vacío.
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